Fuente: Soy Godín / Aldo Barrera

Existen muchos factores que hacen que un buen Godín abandone su aldea, desde el sueldo bajo hasta cambios de horario o falta de crecimiento, pero según un estudio lanzado por Trabajando.com México tener un jefe tóxico es el mayor detonante de bajas en las empresas. 

Y es que un mal jefe puede llegar a generar estrés en sus empleados y por ende bajar significativamente su productividad, situación que los pone incómodos y bajo mucha presión, así que deciden renunciar. ¿Te ha pasado alguna vez?

El estudio indica que en México cuatro de cada 10 jefes son mal calificados por sus empleados, ya sea por las actitudes déspotas, cambios de humor, favoritismo y falta de empatía.

El estudio reveló que el tener un mal jefe produce el 40% de la productividad de las empresas y son la causa de 80% de las renuncias.

El estudio dice que estas personas afectan directamente la productividad de la empresa.

“Afectan la calidad de vida de los empleados y contaminan el ambiente laboral. Algunas de las principales consecuencias son el ausentismo, incapacidades, baja productividad, alta rotación y hasta demandas por acoso laboral” señaló el estudio.

Así que no es coincidencia que cuanto te levantas por la mañana para ir a trabajar no tengas ganas de hacerlo, pues puedes ser víctima de un jefe tóxico y ni cuenta te habías dado.

Lo peor de todo es que estos jefes tienen la enorme capacidad de contagiar a sus empleados y el ambiente laboral ¿Cuántas veces el mal humor de tu jefe arruinó algunos planes o proyectos futuros?

Los Godínez tienen que adaptarse a estos cambios de humor y lidiar con ellos, sin tener necesidad de hacerlo.

Por otro lado, también existen los «favoritismos» a ciertos empleados. Es muy común que un jefe tóxico tenga un círculo exclusivo de amigos que son los que siempre tienen permisos especiales, beneficios financieros y hasta personales.

Esto sólo genera una mala competencia entre empleados y hasta conflictos personales, lo que deriva en un pésimo ambiente para laborar.

¿Cómo identificamos a un jefe tóxico?

Según un estudio publicado el año pasado por Mesa Consultores, firma que se dedica a la comunicación organizacional, reportó que existen grandes diferencias entre un mal jefe y un líder:

Jefe Tóxico: Líder:
Falta de liderazgo: Cree que con gritar e imponer conseguirá sus metas Líder: se suma al trabajo y guía a su equipo para llegar a un objetivo en común
No sabe escuchar y no comunica Está involucrado con su equipo de trabajo y sus necesidades
Sólo mandan y alzan la voz Escucha y acepta la crítica
No saben trabajar en equipo involucra a su equipo con las metas a alcanzar y los apoya para conseguirlas
Esperan que los subordinados digan “entendido” sin repelar Acepta las sugerencias y opiniones de los demás
Culpan de sus errores a los demás Siempre da la cara por su equipo de trabajo
Si se cumple una meta o existe un logro importante en la empresa, se cuelgan del trabajo de los demás Sabe reconocer los logros de su equipo y cuando hay un error lo habla personalmente con el responsable

 

Los jefes tóxicos aplican un sistema de liderazgo basado en la autoridad, imposición y miedo y por lo general son personas de edad avanzada, pues el mismo estudio reveló que los jefes jóvenes son mucho más comprensivos y ejercen bien su papel, aunque también hay sus excepciones.

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¿Cómo lidiar con un jefe Tóxico?

Es muy difícil que uno de estos personajes cambie su forma de ser, pero el estudio de Trabajando.com México también da una serie de tips que te pueden servir para sobrellevar la situación.

1- Platica con tu jefe o superior
. Haz una cita, dile cómo te sientes y lo importante que es recibir retroalimentación de su parte. Evita el tono de reclamo.

2- Reúne pruebas
. Si él considera que no haces bien tus tareas, elabora un informe o estatus semanal acerca de todas tus actividades y metas cumplidas.

3- Nada personal. 
Cuando haya comentarios negativos, busca un espacio para mostrarle tus logros. Separa las emociones del trabajo; ¡no te tomes nada personal!

4- Se vale renunciar
. Evalúa si tu puesto responde a tus metas profesionales, eco­nómi­cas y per­sonales. Analiza; si la relación laboral es mala, se vale renunciar.