Bien dicen que una de las claves para poder ser un país de primer mundo es la educación y Finlandia es un gran ejemplo de ello.
Lo consiguieron a base de oportunidades para toda la población.
Hasta principios del siglo XX, el territorio nórdico se caracterizaba por su extrema pobreza, pero todo ha cambiado radicalmente gracias al enorme cambio de hábitos que implementó.
La evolución de este país es tan grande que ha sido denominada como ‘milagro finlandés’ gracias a las novedosas reformas que resultaron a partir de la década de los 70 y se fortalecieron en los 90.
El éxito se debe a tres pilares:
El primero de ellos es la igualdad de oportunidades: absolutamente todos los niños tienen acceso gratuito a la educación, incluyendo material, tratamiento psicológico y dietas saludables en los colegios.
El segundo es la transformación: el título universitario pasó de ser algo extraordinario a ser algo completamente normal, además de que la capacidad de los profesores es sobresaliente y su sueldo es bastante alto.
La nación se convirtió en líder mundial en matemáticas, ciencia e interpretación.
Eso derivó del tercer pilar: la participación de la sociedad, lo que significa que profesores, políticos, padres de familia e integrantes de la academia, entre otros, colaboraron en la reestructuración del modelo educativo.
Es así como Finlandia se ha transformado en el país con la mejor educación del mundo gracias a un sistema en el que le permiten a los niños aprender por su cuenta con profesores que más bien son guías y con muy pocos exámenes u otro tipo de evaluaciones.